Un mes ha pasado ya desde que se ha hecho realidad uno de los temas que más eco causarán en este siglo XXI. Un mes en el que se pretenden dejar atrás 47 años de historia entre el Reino Unido y la Unión Europea. Un mes en el que se comienzan a hacer realidad tanto la ilusión como los remordimientos de los británicos, a partes iguales, tras un Referéndum que dejó muchas preguntas en el aire el 23 de Junio de 2016.
Los resultados son de sobra conocidos y ya existen demasiados artículos comentándolos así que no voy a perder tiempo en analizarlos. UK con un 52% de los votantes gana el Referéndum que le permite separar sus caminos de la UE. Dichos resultados me sorprendieron en su día, pero tengo que confesar que me sorprenden mucho menos a día de hoy con el desafortunado auge de ciertos extremismos a nivel global. La desinformación -o la información sesgada- es el mayor de nuestros problemas y los partidos políticos la están usando en su favor para ganar esta partida de ajedrez.
Empecemos por el principio. Mi nombre es Adrián Fernandez, y durante esa etapa no llevaba mucho más de un año residiendo en Birmingham – Inglaterra. Como muchos otros estudiantes gallegos y españoles, tras acabar la carrera decidí que lo mejor para mi futuro profesional seria pasar un tiempo en el Reino Unido para aprender un idioma que es tan necesario para el mundo de los negocios.

Y así fue, en 2015 y tras finalizar mis estudios en psicología decidí mudarme a la segunda ciudad más grande y desarrollada de la isla después de Londres. Las razones eran simples: coste de vida y oportunidades. Lo que me encontré aquí fue muy semejante a lo que me esperaba. Una ciudad multicultural y llena de vida, ya no solamente en el ámbito europeo sino a nivel global. Europeos, Asiáticos y Británicos conviviendo en muchas facetas de la vida es un tema que está a la orden del día. Sin embargo, los resultados del Brexit no reflejaron esa multiculturalidad, como sí lo hicieron en Londres. En los West Midlands, como en muchas otras partes de Inglaterra, se impuso ligeramente el “Leave”.
Puedo decir que el sentimiento general durante los meses posteriores al referéndum era de incredulidad tanto entre la comunidad europea como en la británica. “Vergüenza” y “Lo siento” eran unas de las palabras o frases que más nos repetían los ingleses detractores del Brexit. Como extranjero, no conozco de primera mano todos sus círculos y soy consciente de que en una división tan grande como la que existía y todavía existe, si me hubiese movido en otro tipo de comunidades hubiese encontrado muchas más versiones de gente apoyando las razones promulgadas por el gobierno (y por lo que no es el gobierno).
Digo esto porque a Teresa May, Boris Johnson y compañía se le presentaron aliados con mucho poder de comunicación. Entre ellos Tim Martin, el flamante dueño de la cadena de pubs más famosa del Reino Unido – Wetherspoon. Bajo uno de sus lemas “The EU is bullying Britain”, Tim involucro completamente a todos sus bares en la campaña pro-Brexit.
Cuando hablaba de información sesgada este es uno de los principales casos que se me vienen a la cabeza. Todos estos pubs comenzaron a tener folletos de propaganda en cada una de las mesas durante meses y meses apoyando al Brexit sin que nadie rebatiese ninguna de sus afirmaciones. Para que nos hagamos una idea, UK contaba con 951 Wetherspoon en 2015.
Seguramente la influencia no fue tan grande en las grandes urbes, pero en los pueblos pequeños que he visitado durante los meses posteriores sí que se percibía en el ambiente una mentalidad mucho más partidaria del Brexit que en las grandes ciudades. Dentro de lo que cabe, era lo esperado tal y como se desarrollaban los acontecimientos. Estamos hablando de poblaciones envejecidas, mucho menos globalizadas y más resistentes al cambio. Me llamaba la atención que incluso ingleses descendientes de inmigrantes tanto asiáticos como europeos hubiesen votado dejar la UE alegando los motivos que el gobierno promulgaba cuando ellos sí que sabían lo que era convivir con la multiculturalidad. Lo que desde mi punto de vista ha sido más injusto (partiendo de que un Referéndum es siempre justo) es que se ha privado de oportunidades a jóvenes británicos que son partidarios de tener sus propias oportunidades en el extranjero. Así como el sentimiento general entre las poblaciones más envejecidas era el pro-Brexit, en la gente joven se percibía completamente lo contrario.
Casi 4 años después, las consecuencias todavía están en el aire. El coronavirus ha conseguido desviar la atención de los medios en las últimas semanas pero lo cierto es que la brecha que separará definitivamente a la UE del Reino Unido está a la vuelta de la esquina. El futuro más próximo impactara de primera mano a dos puntos claves de la economía británica que están sostenidos por inmigrantes europeos.
El primero de ellos es el trabajo precario. Como me paso a mí en su día, para toda esa gente que siente la necesidad de comenzar una experiencia internacional para aprender un idioma cuando su país no le proporciona las oportunidades necesarias, una de las primeras opciones que se contemplan es el Reino Unido. Las principales razones son la cercanía y la facilidad para encontrar trabajos precarios que nos sustenten económicamente desde las primeras semanas aunque apenas podamos comunicarnos. La escasez de mano de obra es una realidad. A principios de 2019, las cifras de las ONS dejaban al descubierto qué Reino Unido tenía 850.000 puestos de trabajo vacantes, la cifra más alta de su historia.

El segundo punto es el relacionado con los estudiantes europeos. Estos sustentan en gran medida a las universidades de Reino Unido. El gobierno británico ha facilitado con diversos prestamos que incluso los estudiantes con menos recursos pudiesen realizar estudios de Grado o Máster sin tener que preocuparse del montante económico. Estos préstamos comenzarían a reembolsarse una vez el estudiante se inserte laboralmente por encima de un salario mínimo establecido. Este sistema de retroalimentación generaba tanto atractivo a nivel académico como laboral y son muchos los jóvenes que deciden quedarse a trabajar en el Reino Unido gracias al mismo. Tras el Brexit, sin estas ayudas para los Europeos, el país perderá una gran fuente de ingresos extranjera pero también perderá toda esa fuerza laboral que se insertaba y permanecía en el país tras graduarse en una universidad británica. Para que nos hagamos una idea, un programa de Master para un Europeo en una universidad de nivel medio costaría alrededor de 10.000 euros. Ese montante estaba dentro de la cantidad que el gobierno proporcionaba como préstamos. El mismo Master, para personas ajenas a la UE podría costar hasta el doble. Si a eso le añadimos que las ayudas dejarían de estar disponibles, nos encontraríamos en una situación en la que únicamente estudiantes con un poder adquisitivo muy alto podrían tener estas oportunidades tan atractivas.
Todavía quedan muchas preguntas y tenemos muy pocas respuestas. El futuro parece incierto, y seguramente lo seguirá siendo … por lo menos durante un tiempo. John Maxwell dijo una vez “En la vida algunas veces se gana, otras veces se aprende”. En unos años sabremos si el Reino Unido ha ganado … o ha aprendido.