Emilia Pardo Bazán era un auténtico talento gallego.
Nació en A Coruña el 16 de septiembre de 1851 en el seno de un matrimonio ilustre formado por José Pardo Bazán y Mosquera y Amalia de la Rúa Figueroa y Somoza, los condes de Pardo Bazán, título nobiliario que a la muerte del padre heredaría Emilia.
Ávida lectora
Emilia era una niña curiosa, inquieta, ávida lectora que vivía rodeada de libros. Algo inusual en las bibliotecas del siglo XIX. Empezó a leer muy pronto, impulsada por su padre que entendió y permitió las ambiciones literarias de su hija. Sus libros favoritos eran la Biblia y la Ilíada. Su madre le enseñó a leer, aunque quería que su hija aprendiera piano y solfeo, Emilia se decantó por las letras más que por la música.
La llevaron a Madrid a estudiar en un internado. Allí se adentró en la lectura de grandes clásicos de las letras europeas, aprendió francés e italiano; idiomas que pronto dominaría y alternó sus estancias entre Madrid y A Coruña.
A los 15 años conoce a José Quiroga, un joven coruñés, futuro abogado, de familia más humilde que Emilia, quien se fija en ella y en su dote y que se convertirá en su marido. Se casaron muy jóvenes, Emilia todavía no había cumplido los 16 años.
Primera corresponsal española
En 1868 comienza un tiempo difícil en España. Estalla la revolución Gloriosa, que supone la expulsión del país de la reina Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático. Se intenta reconstruir el país instaurando un régimen democrático, primero en forma de monarquía parlamentaria con Amadeo I de Saboya y después con la I República, pero ambas formas acabarán fracasando.
José Pardo Bazán, liberal y muy metido en política, acabó hastiado y decidió viajar por Europa llevándose también a su hija y a su yerno. A Emilia estos viajes le encantaban, conocer otras culturas le abría la mente y la enriquecían intelectualmente.
Durante este período por Europa se convierte en la primera corresponsal de prensa en el extranjero. Envió artículos y crónicas al diario La Época, demostrando sus dotes periodísticas. En sus viajes por Europa queda maravillada con París y tuvo la suerte de contactar con los grandes autores del momento como Emilie Zola o Victor Hugo.
Naturalismo y realismo
La primera obra que publica en 1876 y que no tuvo gran éxito es Pascual López.
Con 25 años, Emilia tuvo a su primer hijo, Jaime, al que seguirán otras dos hijas, Blanca y Carmen. Continúa escribiendo muy interesada por el naturalismo y realismo, corrientes que conoció en Europa y que introdujo en España.
Estas corrientes literarias se reflejan en su obra, así con La cuestión palpitante, Emilia introduce una serie de artículos en los que habla abiertamente de sexo. Muchos veían en sus letras tintes autobiográficos, puesto que era conocido que Emilia Pardo Bazán tenía muchos amantes, lo que causó un gran escándalo. Su marido, abochornado por las críticas, la anima a que deje de escribir, pero Emilia acabará por abandonar a su marido y marcharse con sus tres hijos a vivir de la literatura.
Continuará con La tribuna, que es la primera novela larga completamente naturalista, aquí trata sobre la situación social, laboral y sentimental de las mujeres cigarreras de A Coruña.
Emilia Pardo Bazán escribió mucho durante esta época. Era una persona con una salud muy delicada y su condición hepática y su diabetes la llevaron a realizar retiros a balnearios en donde aprovechaba para escribir novelas o artículos, así su legado literario abarca casi 40 obras y un sinfín de artículos periodísticos.
Feminista
Emilia defendió su derecho a declararse feminista de una forma tan radical que no tiene parangón entre las escritoras de entonces, ni en España ni en Europa.
La emancipación de las mujeres y la defensa de la igualdad de la mujer se convirtieron en uno de los leitmotivs de su obra y vida.
Denunció los malos tratos lo que la llevó a tener muchos enemigos. De ella decían que escribía como un hombre y que tenía un talento macho. También eran frecuentes las críticas a su aspecto físico. Emilia era una mujer fuerte y robusta y esto provocaba la sátira de quien quería desprestigiarla.
En esta época viaja mucho a París y pasa temporadas en Galicia. Es en 1886 cuando publica su obra culmen, Los pazos de Ulloa, en donde denuncia el caciquismo gallego. A esta obra le siguieron en 1887 Naturaleza muerta y en 1888 Insolación.
Real Academia de la Lengua
En 1890 fallece su padre, a quien Emilia estaba muy unida y adoraba. José Pardo Bazán le dejó una buena herencia, que permitió que Emilia sacara la revista Nuevo Teatro Crítico que escribía y editaba ella sola.
Su fama y su nombre llegaban al extranjero, era aplaudida y reconocida salvo por la Real Academia Española quien le denegó siempre el acceso. La única razón es que el machismo imperaba por aquel entonces.
Galdós, su gran amor
El gran amor de Emilia Pardo Bazán, con el que mantuvo 20 años de romance, fue sin duda Benito Pérez Galdós. En las cartas que le enviaba Emilia y que se recogen en el volumen “Miquiño Mío”. Cartas a Galdós, editado por Turner; se recogen las palabras de amor y pasión que le dedicaba Emilia. Algo inusual en la época, pero que nos deja ver una parte muy íntima y pasional de esta gran novelista decimonónica.
Las cartas que Benito Pérez Galdós escribía a Emilia no se conservan hoy en día. Se desconoce si la familia Franco al ocupar el Pazo de Meirás, antigua residencia de Emilia Pardo Bazán, las tiró escandalizados por su contenido o si fueron sus herederas.
Últimos años
En el siglo XX Emilia era muy reconocida y valorada, salvo por la Real Academia de la Lengua. La nombran responsable de la sección literaria del Ateneo Madrileño y en 1916 se le concedió la cátedra de lenguas no latinas en la universidad de Madrid. Pero al ser una mujer, solo dos o tres alumnos acudían a sus clases y tampoco contaba con el apoyo de sus compañeros.
Murió el 12 de mayo de 1921, a los 69 años de gripe común. Su salud nunca fue fuerte y esta gripe junto con la diabetes que padecía terminó con su vida.