Amparo Alonso Betanzos, catedrática de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, lidera el laboratorio LIDIA en la Universidad de A Coruña y fue presidenta de AEPIA. Pionera en ética de la IA, aboga por su regulación y sostenibilidad. En 1998, recibió el premio L’Oréal-UNESCO y en 2020 el premio María Josefa Wonenburger, reconociendo su impacto científico. Con esta entrevista de nuestro compañero Ángel Fraga tenemos la oportunidad de conocer un poco más a esta gran profesional gallega.

Ángel Fraga – Inicias tu formación como licenciada en Ciencias Químicas, posteriormente un doctorado y con los años, y mucho trabajo y esfuerzo, te reconocen con el título de Catedrática de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial. ¿Cómo fue esa transición y qué te atrajo del mundo de la IA?
Amparo Alonso – La transición fue relativamente suave, a pesar de lo que pueda parecer. Yo hice la especialidad de Ingeniería Química en la Universidad de Santiago, y empecé a estudiar cómo programar para hacer lo que hoy sería equivalente al Trabajo Fin de Máster (entonces, Tesina de Licenciatura). Durante estos meses, conocí la investigación de un grupo de la Facultad de Físicas (en ese momento, compartíamos edificio), que trabajaba en temas de monitorización antenatal, y necesitaban a alguien para trabajar en el campo. Me pareció un tema apasionante, me gustaba la aplicación y me gustaba la programación, y me uní al grupo y empezamos a aplicar técnicas de visualización inteligente en ese primer trabajo. Luego, pude continuar con la tesis en ese ámbito, hice varias estancias en EEUU, un postdoctorado, y volví a España a la Universidade da Coruña, en el año en que empezaba la Licenciatura de Informática, para impartir una asignatura de Sistemas Expertos.
De la IA me atrajo que abría una nueva forma de enfocar la programación, que era todo un reto y que intentaba desarrollar sistemas de un nivel de comportamiento inteligente mayor. Un tema difícil pero apasionante, que desde que empecé a trabajar en él es cierto que ha pasado por sus inviernos, pero también por sus primaveras. No ha dejado de evolucionar, y ha sido emocionante observar cómo las ideas de los inicios de mi entrada al campo han evolucionado hasta convertirse en tecnologías que transforman el mundo actual, con aplicaciones en diversos sectores como la Salud, la Industria o el Medioambiente, pero también cotidianas que usamos la mayoría de personas, como los recomendadores, o los programas de rutas.
AF – Una parte importante de tu investigación se centra en la aplicación de la inteligencia artificial en la medicina. ¿Podrías compartir algún proyecto en el que hayas trabajado que haya tenido un impacto significativo en este ámbito y te haga ilusión contar?
AA – En realidad en los últimos años me he centrado en el desarrollo de nuevos algoritmos de aprendizaje automático, que intentan afrontar aspectos como la escalabilidad, la explicabilidad, la personalización de recomendaciones o la sostenibilidad de los algoritmos. Actualmente estoy trabajando en temas de IA verde, en su doble vertiente. Es decir, tanto en el desarrollo de modelos que permitan que los algoritmos de IA tengan una menor huella de carbono, como en la aplicación de IA a temas de sostenibilidad medioambiental. En el contexto de la IA verde y responsable hemos incidido en el desarrollo de modelos más sencillos, más transparentes y de menor complejidad computacional, a través de estrategias como proporcionar a los algoritmos datos de mayor calidad, desarrollar modelos más eficientes en la ejecución o mejorar la eficiencia energética de los modelos. Además, también estudiamos otros aspectos éticos, como la detección de sesgos, la transparencia o la privacidad por diseño.
En cuanto a la parte de aplicación, hemos trabajado en la integración de modelos psicosociales de decisión en modelos basados en agentes inteligentes que nos permitan modelar, entre otras cuestiones, la aceptabilidad ciudadana de cambios en la ordenación de los espacios urbanos, o el uso de energías renovables. En concreto, uno de estos proyectos versó sobre cómo mejorar la aceptabilidad de las supermanzanas en ciudades como Vitoria o Barcelona.
«Trabajar en IA no es fácil, porque se requiere una buena y sólida formación académica, y experiencia técnica en la que se va a demandar un aprendizaje continuo, pero es necesario combinarla con otras habilidades humanas y éticas.»
amparo alonso
AF – A lo largo de tu carrera has sido galardonada con premios como el L’Oréal-UNESCO y el María Josefa Wonenburger. ¿Cómo crees que han evolucionado las oportunidades para las mujeres en la ciencia desde que comenzó tu carrera? ¿Qué avances y desafíos quedan por delante?
AA – He tenido la suerte de haber sido reconocida con esos premios, y estoy agradecida por ello. Son premios creados para visualizar la contribución de las mujeres científicas y tecnólogas, pero en cuanto a los premios más globales, que deberían ir tendiendo a igualarse en cuanto al género de sus receptores, no hemos avanzado prácticamente nada. Si nos fijamos en los premios Nobel en 2025, no hay ninguna mujer (excepto en Literatura, pero ninguna si hablamos de Física, Química o Medicina); en los premios Nacionales de Investigación en áreas de Ciencia y Tecnología la presencia de mujeres es baja, con dos premios en investigadores jóvenes, y en los Premios Jaume I no hay ninguna mujer este año entre los premiados, por poner algunos ejemplos.
En cuanto a mi campo de trabajo, en la Ingeniería Informática apenas ha habido variación en el porcentaje de mujeres matriculadas, que oscila alrededor del 13% en la UDC y es un porcentaje similar para todas las universidades españolas. Es esperanzador el dato de que en el nuevo grado en IA presente en las tres universidades, o en el Grado de Ciencia e Ingeniería de Datos de la UDC, los porcentajes de mujeres matriculadas estén alrededor del 35%. Aún así, queda camino por recorrer para conseguir una situación más igualitaria en este campo entre hombres y mujeres.

AF – La IA genera tanto entusiasmo como preocupación en la sociedad. ¿Crees que la desconfianza en la IA está justificada? ¿Qué se puede hacer para fomentar una mayor aceptación y comprensión de esta tecnología entre la población no tecnóloga?
AA – Siempre que nos hemos enfrentado a una revolución, o incluso a cambios tecnológicos, nos ha generado preocupación. Ha ocurrido con los automóviles, y también con los profundos cambios que han traído otras disrupciones, como la máquina de vapor o la electricidad. En esta revolución que trae la IA hay mucho entusiasmo por las grandes aportaciones que podemos conseguir en áreas tan relevantes como la Salud o la Educación. Pero también es comprensible que haya cierta preocupación, debido a que debemos tener en cuenta los aspectos éticos y sociales que conlleva, como los relacionados con la privacidad, la posibilidad de manipulación, la veracidad de la información, los sesgos, la responsabilidad, la huella de carbono, etc. Más que preocuparse, es nuestra labor ocuparnos de que se consiga una IA al servicio de las personas y respetando los derechos de las mismas. Es importante que los investigadores en el área, las empresas y los gobiernos tengamos unos códigos éticos básicos en su desarrollo y uso. A veces, es difícil sustraerse a la información interesada, que está influenciada por intereses comerciales de ciertas empresas del campo. También es imprescindible que exista una mayor divulgación científica para que las personas sean conscientes de estos temas, es básico contar con una buena educación y alfabetización en temas digitales, que nos permita entender de manera clara que es la IA y cómo funciona, de manera que podamos desmitificar la tecnología y ser críticos como ciudadanos.
AF – ¿Cómo se posiciona España en comparación con otros países en términos de investigación y desarrollo en inteligencia artificial? ¿Cuáles son nuestras fortalezas y en qué áreas deberíamos mejorar?
AA – España ha realizado un esfuerzo para mejorar su posición dentro de la UE en temáticas de IA, y durante los últimos años ha lanzado una Estrategia en IA que amplió en 2024 centrándose en varias líneas concretas de investigación y desarrollo. En este año 2025 se ha presentado HispanIA 2040, un documento que recoge las oportunidades que la IA puede suponer para enfrentar los retos de modernización que tenemos en nuestro país y establece las líneas estratégicas necesarias para lograrlo.
En nuestras universidades y centros de investigación contamos con grupos relevantes a nivel internacional en diversas subáreas de la IA, pero es cierto que necesitaríamos hacer un mayor esfuerzo inversor y una mayor apuesta por la investigación. El esfuerzo inversor no solamente debe depender de las convocatorias públicas, sino que es necesario que promovamos un ecosistema colaborador público-privado que nos permita situarnos en mejores posiciones en la UE.
Nuestras fortalezas se sitúan en una adopción similar a la media europea de nuestras empresas, disponemos de una red de comunicaciones adecuada y nuestra alfabetización digital está ligeramente por encima de la media europea. Pero necesitamos promover una cultura empresarial más emprendedora y ofrecer a la ciudadanía una formación especializada en IA.

AF – Para aquellos jóvenes que quieren dedicarse a la inteligencia artificial, ¿qué consejo les darías? ¿Qué habilidades crees que serán clave en los próximos años?
AA – Quizás estoy abusando de una frase hecha, pero trabajar en IA no es fácil, porque se requiere una buena y sólida formación académica, y experiencia técnica en la que se va a demandar un aprendizaje continuo, pero es necesario combinarla con otras habilidades humanas y éticas. Esta situación ya se ha detectado y estudiado en varios informes de diferentes fuentes, que alertan de que en el futuro serán imprescindibles habilidades como el pensamiento crítico y creativo, dado que la IA va a automatizar tareas rutinarias y se requerirá una buena capacidad de análisis de tareas complejas, que deberán aproximarse con soluciones innovadoras. De hecho, hemos visto que esta ha sido la base de varios de los últimos hitos en la historia de la IA. Por otra parte, la IA se integra cada vez en más áreas, por lo que es básico mantener una buena capacidad de comunicación con los profesionales de equipos de trabajo que necesariamente serán cada vez más multidisciplinares. Esta tecnología necesita cada vez más de conocimiento en aspectos de ética y responsabilidad para desarrollar sistemas justos, transparentes y respetuosos con los derechos de las personas. Por otra parte, la disciplina mantiene una historia de rápida evolución especialmente durante los últimos años, por lo que has de ser capaz de adaptarte a la necesidad continua de adaptarte a nuevos desafíos y estar motivado para aprender de forma continua.
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