Esta semana pudimos hablar con Mónica Bello (Santiago de Compostela, 1973) comisaria e historiadora de arte y desde el 2015, directora de Arts at CERN, Organización Europea para la Investigación Nuclear en Ginebra, donde se ocupa de las residencias artísticas orientadas a la investigación y de las nuevas comisiones de arte, que reflexionan sobre las conversaciones y la interacción entre artistas y físicos de partículas.
María Parga – ¿Cómo ha ido evolucionando tu trayectoria y experiencia como curadora a medida que evoluciona tu experiencia en el CERN?
Mónica Bello – Llegué al CERN en 2015 y en estos seis años mi experiencia se ha ampliado en ámbitos que no hubiera podido imaginar antes de llegar. Resulta obvio que al trabajar durante estos años en un entorno altamente especializado, dedicado a la física de partículas, mi conocimiento del ámbito científico es extenso. El CERN es el laboratorio más grande que existe, de donde han partido hitos tales como la invención del www, y que alberga el Gran Colisionador de Partículas. Ambos logros han modificado el modo en el que nos comunicamos, o la forma en la que observamos la naturaleza. Para una historiadora y curadora de arte, encontrarme en este contexto, es bastante extraordinario, y me permite ver y participar de una comunidad que explora colectivamente las fronteras del conocimiento. Esto es algo que la comunidad artística hace o desea desde el principio de nuestra civilización. Como curadora es un privilegio encontrarme aquí por todo lo que aporta a mi visión del mundo.
M.P – ¿Cuál es el mensaje y el objetivo de Arts at CERN?
M.B – En Arts at CERN promovemos nuevas formas de encuentro y diálogo entre artistas y científicos, liderando la conversación en torno a arte y ciencia, y por medio del apoyo de la innovación artística y el acceso de estos a entornos de investigación altamente especializados como el CERN. Lo hacemos a través de residencias de artistas, que tienen lugar en el laboratorio, con el apoyo de nuevas comisiones y producción de obra, así como exposiciones y eventos internacionales que llevamos a cabo con colaboradores en varios lugares del mundo. Nuestro objetivo es acercar estas dos disciplinas a través de la experiencia en el laboratorio.
M.P – ¿Cómo se conjugan artistas, físicos e ingenieros y cuál es el acompañamiento que realizas en las residencias?
M.B – En nuestros programas – residencias, producciones artísticas y exposiciones – compaginamos el diálogo y colaboración con los científicos, ingenieros y personal del CERN, animandoles a la participación en nuestros programas, con el trabajo personalizado con cada uno de los artistas que vienen como residentes al CERN y que a menudo continúan en contacto con nosotros una vez que acaba su residencia. En ambos casos, tratamos de conocer su trabajo e investigación, y generar lazos y redes, de manera que el encuentro entre arte y ciencia genere valor y sea significativo.
M.P – ¿Hay algún proyecto o exposición que haya marcado, para ti, un antes y un después a nivel profesional?
M.B – Hay algunos proyectos que me han resultado muy enriquecedores y me han marcado. Mencionar la producción y posterior exposición en Artbasel 2018 – en Basel – de la obra HALO, del colectivo británico Semiconductor. HALO es una instalación inmersiva en donde se reflexiona sobre el concepto de naturaleza entendido desde la ciencia, y en concreto, desde la física de altas energías. Los artistas trabajaron durante dos años con científicos del experimento ATLAS – uno de los cuatro detectores de partículas en el Gran Colisionador de Partículas del CERN – para elaborar una obra de gran escala basada en los datos sin manipular el experimento. Este proyecto fue parte de la Audemars Piguet Art Commission, de la que fui curadora invitada, y que pasó a ser una colaboración entre la empresa y el CERN.
M.P – ¿Qué pregunta te gustaría que te hiciera y que se responde con un lugar?
M.B – Elige un enclave natural cerca del que te gustaría pasar una temporada.
En Monte Louro / Lagoa de Xalfas