Rocío Ovalle es periodista de formación pero su vocación hacia las personas y su desarrollo la ha llevado a trabajar en proyectos como Cruz Roja o la Fundación Vicente Ferrer antes de emprender su propio proyecto como consultora de bienestar organizacional y estrategia en Símbica. En esta entrevista, de la mano de Ángel Fraga, nos cuenta más sobre sus experiencias.
Ángel Fraga – Rocío, ¿en que pones tu energía ahora mismo?
Rocío Ovalle – En este momento, centro mi energía en integrar la estrategia de bienestar en las organizaciones. Es algo básico para aumentar su capacidad de impacto positivo en nuestro entorno y, por ende, en nuestro planeta. Nuestra mentalidad y nuestra forma de relacionarnos son las bases sobre las que construimos nuestra vida, nuestras organizaciones y nuestro mundo. Me apasiona guiar a las empresas hacia la transformación cultural y ayudarlas a disminuir su rotación, crear un buen ambiente de trabajo, mejorar su comunicación, su capacidad de innovación y cohesionar al equipo en torno al propósito, elementos que influyen decisivamente en su productividad. Lo hacemos a través de nuestra consultora Símbica, con ejercicios prácticos, creativos e inspirados en la naturaleza, porque creemos que hacer y observar es la mejor forma de aprender. También doy clase en varias universidades sobre comunicación, trabajo en equipo y cambio sistémico.
AF – ¿Por qué las empresas deberían trabajar en base al propósito?
RO: El propósito, integrado en la estrategia, es fundamental para construir organizaciones sostenibles y socialmente responsables. Empresas que generan, no sólo beneficios, sino también cambios positivos para nuestro entorno. Es algo que acabará siendo intrínseco al modelo de negocio de muchas empresas. Las leyes están yendo hacia ahí, pero también los consumidores y cada vez hay más empresas que realmente creen en su potencial para influir en nuestro entorno. Generar un cambio en el mundo es ya el segundo motivo por el que muchos nos lanzamos a emprender. Hoy en día estamos viviendo una nueva moda con el propósito organizacional, como cuando en los 80 a las empresas les dio por redactar su misión, visión y valores y ponerlo en sus materiales corporativos. El sentido de trabajar el propósito no es escribirlo en nuestra web, sino integrarlo en el día a día de la organización. La verdadera importancia del propósito es garantizar que tomamos buenas decisiones, alinear y sumar todo el potencial de las personas que trabajan con nosotros para que podamos llegar a materializarlo y comunicar con la fuerza de lo que de verdad nos mueve y apasiona.
AF – ¿Qué ha llevado a una periodista de formación y de profesión a reenfocar así su carrera? ¿Qué experiencias te marcaron y te hicieron evolucionar hasta este punto desde que acabaste tu formación?
RO – Mi vocación por el desarrollo humano es lo que ha impulsado mi trayectoria profesional con un hilo conductor muy claro. Trabajar en proyectos significativos, como Cruz Roja y la Fundación Vicente Ferrer, me permitió descubrir mi propósito: guiar la transformación en las personas y los equipos. Echando la vista atrás, detecto dos momentos que han sido cruciales. El primero, los dos años que trabajé en la India, donde descubrí una realidad y una cultura muy diferentes a la nuestra. Ahí aprendí, entre otras cosas, la enorme capacidad de adaptación que tiene el ser humano y la importancia de colocar a las personas en el centro de lo que queremos construir (ahora también incluyo al planeta: es vital que aprendamos a diseñar culturas regenerativas). El segundo, haber pasado por momentos de una gran desconexión y malestar en mi trabajo me permitió comprender desde dentro qué falla en las organizaciones. No hay empresas buenas o malas, sino creencias erróneas que nos pueden llevar a formas de funcionar que, sin pretenderlo, dañan a las personas. Estas experiencias fueron clave para redirigir mi carrera hacia la integración del bienestar y el impacto positivo en las organizaciones.
La incertidumbre del emprendimiento se maneja mejor cuando te rodeas de una comunidad de apoyo.
Rocío Ovalle
AF – Podríamos decir entonces que tu formación no te condiciona. Para aquellas personas que han descubierto su vocación en algo diferente a su formación o a la experiencia que tienen hasta el momento, ¿hay vida después de un cambio de sector/profesión?
RO – Totalmente. Mi formación en periodismo ha sido una base sólida que me ha permitido aprender y vivir experiencias fundamentales para llegar a descubrir, gracias a un proceso de coaching, que mi verdadera pasión es guiar procesos de transformación. Pero para mí la formación y el aprendizaje es un proceso continuo. Para aquellos que descubren su vocación en un ámbito diferente al que han estudiado, puedo decir con certeza que hay vida después de un cambio de sector o profesión. De hecho, hoy en día lo interesante es incorporar conocimientos y habilidades de diferentes sectores a lo que hacemos y crear nuestros propios perfiles profesionales en base a nuestros intereses y objetivos. La clave está en seguir tu pasión y aprender a aplicar tus habilidades en nuevos contextos. Steve Jobs decía que llega un momento en tu vida en que miras atrás y de pronto todo encaja. En mi caso, lo siento así.
AF – Actualmente estás en una variedad importante de proyectos. Entiendo que lejos de generarte estrés, te gusta esta variedad. ¿Cómo lo gestionas? ¿Algún consejo para aquellas personas que tienen que manejarse en el cambio de contexto constante?
RO – La gestión de múltiples proyectos es un desafío, pero encuentro equilibrio al centrarme en la coherencia de mi propósito. Organizarse y priorizar es importante, pero me gustaría destacar una cuestión que me parece fundamental para nuestro bienestar. Tu primera pregunta me pareció un acierto: no se trata de gestionar nuestro tiempo sino nuestra energía. Es un cambio de mirada que nos ayuda a organizarnos mejor para tener en cuenta, no sólo nuestros objetivos, sino también nuestro contexto, nuestras emociones, nuestra salud y nuestras necesidades. Con este enfoque, por ejemplo, busco el equilibrio entre las sesiones de coaching individual y los acompañamientos grupales, que requieren distintos tipos de energía, e incorporo a lo largo de la semana varias actividades que me recargan, como el senderismo, la lectura o pasar tiempo con personas importantes para mí. No me gustaría dar una imagen equivocada, el equilibrio y el autocuidado es algo que requiere atención continua y con frecuencia me pillo poniéndome más tareas de las que puedo asumir. Tendemos a irnos a los extremos y desgastarnos. Algo que tiene que ver, en parte, con que vivimos en una sociedad hiperexigente, enfocada a resultados y donde parece que nada es suficiente.
AF – Uno de nuestros programas más conocidos es el de mentorización para personas emprendedoras. ¿Qué te ayudó, o ayuda, a ti a la hora de lidiar con la incertidumbre del emprendimiento? ¿Algún consejo que quieras dejarle a quien nos lea para cerrar la entrevista?
RO – La incertidumbre del emprendimiento se maneja mejor cuando te rodeas de una comunidad de apoyo. Personas en tu misma situación o que ya han pasado por ello, que pueden aportar un poco de luz en momentos en que dejas de ver las cosas con claridad, que te sacan de la soledad que a menudo vivimos en el emprendimiento y que te permiten aprender de ellas y con ellas. La actitud es también algo muy importante, así como recordarte a ti mismo tu propósito, para qué haces lo que haces. Mi consejo sería construir una red sólida y recordar que cada no que recibes te trae un aprendizaje, que cada desafío es una oportunidad de crecimiento.
