Jorge Salgado lidera el grupo de Almacenamiento Energético en SINTEF Energy Research, un instituto dedicado a la investigación de soluciones innovadoras en el campo de la energía. Este químico realizó su tesis doctoral en la Universidade da Coruña donde se centró en el estudio de materiales para su aplicación en el almacenamiento de energía. Conocemos un poco más a Jorge, gracias a esta entrevista de la mano de nuestra compañera Ana Simoneta.

Ana Simoneta – Hiciste tu tesis doctoral en la Universidade da Coruña (UDC), ¿sigues ligado de alguna manera o colaboras de alguna forma con la UDC?
Jorge Salgado – Tras finalizar la etapa doctoral en 2021, empecé a trabajar directamente en SINTEF. Durante ese primer año tuve la oportunidad de finalizar y publicar algunos artículos que había comenzado en la UDC. Desde entonces, he mantenido el interés en seguir vinculado a través de colaboraciones en proyectos de investigación. SINTEF Energy y la UDC hemos participado juntos en la solicitud de fondos europeos para desarrollar sistemas de refrigeración sostenibles e innovadores. Desafortunadamente, aún no hemos conseguido financiación, a pesar de haber logrado una evaluación muy positiva de nuestra propuesta.
Además de buscar alternativas para colaborar de manera oficial mediante proyectos, sigo manteniendo el contacto con muchos de mis antiguos compañeros. Esta colaboración se ve favorecida por la estrecha relación entre la UDC y la NTNU (la universidad de Trondheim, la más prestigiosa de Noruega), que comenzó durante mi tesis. Dado que SINTEF mantiene una estrecha colaboración con la NTNU, he tenido la oportunidad de conocer estudiantes de la UDC que visitan Trondheim e involucrarlos en algunas de las actividades que desarrollamos en la agrupación SINTEF-NTNU.
«El almacenamiento de energía es, sin duda, una pieza clave en la transición hacia un sistema energético más sostenible y eficiente»
Jorge Salgado
A.S.- ¿Siempre quisiste ser investigador?, ¿Qué te hizo decantarte por el doctorado?
J.S – Las decisiones que más han marcado mi carrera las he tomado, en cierto modo, casi siempre en el último momento. Tu carrera, al igual que la vida, da muchas vueltas, por lo que, en el momento de tomar una decisión de cambio de rumbo, es importante considerar de dónde vienes, dónde estás en este momento y qué oportunidades tienes para el futuro. Las oportunidades a veces surgen de forma inesperada o despiertan dentro de ti como un interés en algo que antes pasabas por alto. Así fue para mí con la investigación.
El trabajo de fin de grado, en la UDC, fue mi primer acercamiento a la investigación. Rápidamente me di cuenta de que sería algo interesante a largo plazo, así que me decanté por continuar en esa línea con un máster centrado en investigación. Y, sin saberlo, esa decisión abrió una puerta clave para lo que acabaría haciendo en el futuro. Tuve la suerte de desarrollar una tesis de máster con el grupo que se convertiría en mi “casa” durante los siguientes cuatro años.
Poco antes de acabar el máster, tuve la oportunidad de realizar la tesis en el mismo grupo, UDC Solids, con quienes fueron mis mentores: Manuel Sánchez Andújar y Socorro Castro García. Volviendo a la pregunta sobre qué me hizo decantarme por el doctorado, diría que tener a dos grandes investigadores y personas como supervisores fue la mayor razón. Su supervisión fue un equilibrio perfecto entre profesionalidad, empatía, disponibilidad y honestidad en todo momento. Es algo que me enorgullece haber aprendido de ellos, porque en el doctorado no solo se aprende ciencia, sino que lo más valioso son las competencias humanas y transversales, como decía un compañero mío.
A.S.. – ¿Cómo terminas en Noruega? ¿Qué te llevó a dar el paso de continuar tu carrera profesional e investigadora allí?
J.S – El COVID-19 es la principal razón por la que acabé en Noruega. A principios de 2020, había acordado realizar una estancia predoctoral de tres meses en la Universidad de Manoa, en Hawái, para finales de ese año. Sin embargo, con lo que ocurrió en marzo, tuvo que ser cancelada debido a las restricciones de viaje.
Cuando la situación se calmó un poco y viajar dentro de Europa volvió a ser posible, busqué un destino más “cercano” para esos tres meses de colaboración. Ahí es cuando el destino puso en mi camino al profesor Julian Walker, un australiano en la NTNU (Trondheim, Noruega) que había decidido empezar a estudiar los mismos materiales con los que yo trabajaba en A Coruña. Me enteré de esto porque citó una de mis publicaciones en su trabajo, lo que me pareció razón suficiente para enviarle un mensaje proponiéndole una colaboración. Acabamos trabajando juntos durante unos meses y, aunque finalmente tampoco fue posible viajar a Noruega debido a la segunda ola de COVID-19, mantuvimos un contacto muy activo. Julian acabó formando parte del tribunal de mi tesis cuando la defendí en diciembre de 2021.
Gracias a este contacto, descubrí que Trondheim es un lugar excepcional para la investigación, con la mejor universidad de Noruega y uno de los institutos de investigación más importantes de Europa: SINTEF. Esto, sumado a la belleza de esta pequeña ciudad cercana al círculo polar ártico y a ver que hasta un australiano como Julian había logrado adaptarse a este país helado, despertó mi interés. Contacté con un grupo de SINTEF que trabajaba en almacenamiento de energía, el tema principal de mi tesis, y tras un par de entrevistas, acabé firmando el contrato apenas dos semanas antes de defenderla.
Desde que me mudé en enero de 2022, estos años han sido un gran descubrimiento de este país. He tenido la oportunidad de crecer profesionalmente, he encontrado grandes amistades, como Julian (entre otros), y me casé con Maria, quien, junto con su familia (originaria de Trøndelag, la región donde se encuentra Trondheim) y todas las personas que he tenido la suerte de conocer aquí, me han acogido con un cariño inmenso.

A.S. – ¿A qué retos se enfrenta la carrera investigadora en España? ¿Cuáles son las principales diferencias entre España y Noruega a nivel de oportunidades laborales en el ámbito de la investigación?
J.S. – La carrera investigadora en España enfrenta numerosos retos, pero la precariedad laboral sigue siendo uno de los más preocupantes. Mi antiguo compañero del instituto, Ángel López Oriona, actualmente investigador postdoctoral en Arabia Saudí, publicaba hace unos días un análisis muy acertado sobre los contratos de investigación postdoctorales en España, en concreto los ofrecidos por la Xunta de Galicia. Su reflexión dejaba en evidencia un problema recurrente: los investigadores son incentivados a marcharse al extranjero con condiciones relativamente atractivas durante los tres primeros años, solo para después enfrentarse a un retorno con un recorte salarial considerable y sin garantías de estabilidad. Como señalaba Ángel, es lógico que muchos acaben rechazando la segunda fase del contrato y opten por quedarse fuera de España con ofertas más competitivas. Resulta irónico que una convocatoria diseñada para fortalecer la investigación en España termine, en la práctica, contribuyendo a la fuga de talento.
En comparación, Noruega ofrece un entorno mucho más favorable para la investigación. Además de salarios más altos (justificados por el nivel de vida), existe un respeto institucional hacia la labor científica y una cultura laboral que pone en valor la conciliación personal. Aquí, las jornadas suelen acabar a las 16:00 o 17:00, permitiendo a los trabajadores disfrutar de su tiempo libre de manera real. En España, en cambio, las largas jornadas y la falta de estabilidad siguen siendo la norma en muchas universidades y centros de investigación.
Es evidente que España y Noruega son países con diferencias económicas, poblacionales y culturales, y que factores como la riqueza generada por la explotación de gas y petróleo en Noruega también influyen en la situación. Sin embargo, muchas de las mejoras necesarias en el sistema de investigación español no dependen de factores externos, sino de decisiones políticas internas. Añadiendo al análisis que hacía Ángel sobre las ayudas postdoctorales, sería interesante conocer cuántos investigadores terminan rechazando estos contratos para quedarse en el extranjero con condiciones más dignas. No se puede hablar de un verdadero apoyo a la investigación en España si no se garantiza estabilidad y oportunidades reales de crecimiento a quienes dedican su carrera a la ciencia.anas de tirar la toalla, pero también tiene momentos increíbles. Te hace sentir útil, te da motivación y, al final del día, te vas a la cama con la sensación de que has hecho algo que realmente suma.
«El COVID-19 es la principal razón por la que acabé en Noruega»
Jorge Salgado
A.S. – El almacenamiento de energía es una de las claves para avanzar en la transición energética actual, ¿Cuáles son las principales perspectivas de futuro y desafíos a los que nos enfrentamos en este ámbito?
J.S. – El almacenamiento de energía es, sin duda, una pieza clave en la transición hacia un sistema energético más sostenible y eficiente. A medida que aumenta la integración de energías renovables, la capacidad de almacenar esa energía de forma flexible y rentable se vuelve fundamental para garantizar la estabilidad de la red y reducir la dependencia de fuentes fósiles.
En cuanto a perspectivas de futuro, hay un gran desarrollo en tecnologías como las baterías de litio, que siguen siendo la opción dominante, pero también en soluciones emergentes como las baterías de flujo, o el almacenamiento térmico. Además, el hidrógeno verde está ganando protagonismo como vector energético para el almacenamiento a largo plazo y la descarbonización de sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada y el transporte marítimo. El abanico de opciones de almacenamiento energético es amplio, y está ya provocando un impacto positivo en el medio ambiente. Pero, por supuesto, hay que hacer más.
Los principales desafíos siguen siendo la reducción de costes, el aumento de la eficiencia y la sostenibilidad de los materiales utilizados. También es crucial mejorar la integración de estas tecnologías en la red y desarrollar políticas que fomenten la inversión en almacenamiento de energía. Desde SINTEF trabajamos en soluciones innovadoras para abordar estos retos, combinando investigación en nuevos materiales, modelado avanzado y estrategias para optimizar la operación de sistemas de almacenamiento en distintos contextos energéticos.