"Lo importante no son los obstáculos sino lo que tú decidas hacer con ellos."

Tamara, que nacer nació en A Coruña pero es de Aiazo (Frades), es la secretaría general de Ciudades Atlánticas (Atlantic Cities) con sede en la Bretaña Francesa. En esta entrevista que le hace Ángel Fraga nos cuenta como fueron sus inicios profesionales, como llegó a este puesto y algunas recomendaciones a quien se quiere orientar profesionalmente a las relaciones internacionales.
 
Ángel Fraga – Por lo general se valora el buscar trabajo en otro país como una vía para mejorar idiomas pero rara vez se valora para un cambio o mejora profesional. Tú sin embargo te fuiste a Francia ya con varios años de experiencia para continuar tu desarrollo. ¿Crees que nos falta visión de las oportunidades que nos ofrece el mundo laboral a nivel internacional?¿Quizás nos falte un poco de orientación o información de las oportunidades que podemos tener a nivel europeo?
 
Tamara Espiñeira – En 2007 mis dos compañeros y yo sacamos una guía de oportunidades internacionales para jóvenes con el apoyo de la Fundación Galicia Europa. 2007, en ese momento te puedo asegurar que era un trabajo de chinos. Internet iba a pilas de cadmio.
 
Hoy por hoy, la información está ahí, a un click. De hecho, la guía sigue actualizándose en línea.
 
El problema tampoco es la orientación, o no sepamos donde buscar, es que no sabemos qué buscar o qué ofrecer. Yo por ejemplo sé que nunca podré ser profesora de primaria en una escuela en África, porque dibujo fatal. Pero digamos que es el caso. Lo primero sería ver qué competencias tengo para ser profesora de primaria y cuales me faltan. Las que me faltan, ¿cómo las adquiero? ¿Y a qué país de África puedo ir? ¿Qué ONG’s trabajan allí? etc… Hay que hacer un plan y seguirlo.
 
Y poco a poco se llega un momento en que todo se pone en orden y surge la oportunidad. “Esa” oportunidad con la que practicamente “te casas” y te tiras una década. O más.
 
 
AF.- Desde hace 11 años trabajas para Atlantic Cities en Francia. Primero como coordinadora y ahora como Secretaría General. ¿Qué te atrajo de la idea de trabajar en este proyecto? Si tuvieses que destacar algo de todo este tiempo, ¿Qué destacarías?
 
TE.- Estábamos en 2009 y la crisis se había llevado todos los puestos de Relaciones Internacionales en Galicia (y en España también). Si soy sincera, envié la candidatura a última hora, cambié la fecha de la entrevista y, sin embargo, quedé la primera entre ochenta candidaturas.
 
Llegué pensando que en dos años iba a poder volver a casa. Hoy por hoy me alegro de ese momento de inspiración en el que envié el mail en el ultimo minuto. Para alguien que trabaja en Relaciones Internacionales, que es un mundo bastante abstracto, tener la posibilidad de colaborar con las ciudades, con sus alcaldes, es un lujo. Puedes ver directamente los efectos de tu trabajo y compartir trinchera con maestras, con policías, con pescadoras, con artistas… Eso es lo que destacaría, la oportunidad de mejorar, aunque sea un poquito, el día a día de la gente.
 
AF.- Durante tu vida profesional has colaborado con diferentes entidades, tanto públicas como privadas pero la mayoría en el ámbito internacional y muchas de ellas organismos públicos. ¿Qué consejo le darías a alguien que esté empezando y se quiera orientar a trabajar en organismos o entidades con proyectos internacionales? ¿Y para esos que quieran colaborar en organizaciones que busquen la colaboración pública internacional como Atlantic Cities o Fundación Galicia Europa?
 
TE.- Después de casi catorce anos de mentora, creo que podría escribir un libro… Para ser breve, diré que lo importante es escoger una vía con la que te identifiques y no la que está de moda. Por ejemplo, cuando me fui a Namibia con la Cámara de Comercio de Lugo, había también una beca a Polonia. Se la llevó un ingeniero químico. Toda vocación puede ser internacional.
 
Igualmente, hay que tener en cuenta que la competencia en Relaciones Internacionales, sobre todo en situaciones de crisis, es muy alta. Así que hay que ser un cuchillo suizo, saber un poco de contabilidad, un poco de proyectos, un poco de comunicación, otro de administración… Prácticamente las habilidades básicas que se le piden a un emprendedor. Y si no se tienen, hay que recurrir a experiencias de prácticas o voluntariado que permitan adquirirlas. Es el paso imprescindible hacia puestos de responsabilidad.
 
Por último, hay que hablar idiomas. Tres o cuatro y hablarlos de verdad, con soltura.
 
AF.- Esta entrevista surgió gracias a una sugerencia del algoritmo de LinkedIn pero también gracias a iniciar una conversación espontánea entre dos desconocidos. ¿Aprovechamos la tecnología que tenemos a nuestro alcance para mejorar nuestras relaciones con otros profesionales? ¿Qué papel juegan las redes sociales en tu día a día laboral?
 
TE.- Creo que no se aprovechan suficiente las redes porque son víctimas de su fama. Son la actividad secundaria, el come-tiempos y el come-cocos. Cuando en realidad son una herramienta clave para humanizar la tecnología, crear redes (curioso, ¿no?) y potenciar proyectos.
 
Para mi las redes sociales son fundamentales. Sería imposible trabajar sin ellas, sobre todo en proyectos europeos donde colaboras con quince entidades en una docena de países diferentes. La pregunta menciona el capricho de un algoritmo, pero te diré que ahora mismo estamos ejecutando un proyecto de 4 millones de euros que surgió de una conversación en Linkedin con un inglés desconocido.
 
AF.- Enlazando con la pregunta anterior ¿deberíamos lanzarnos más a hablar con contactos que tenemos de forma espontánea? ¿Nos falta vencer ese miedo a molestar y pensar en que podemos aportar a la red que tenemos en LinkedIn por ejemplo?
 
 
TE.- Hay que perder el miedo a pedir y hay que perder el miedo a dar. Por un lado, sí, tenemos miedo a molestar, a que se nos mire mal, a qué van a pensar de mí… Tenemos miedo del ridículo. Por otro lado, tenemos miedo a que nos roben las ideas, a que se aprovechen de ellas, a que se nos lleve la competencia la gallina de los huevos de oro.
 
Vale, internet es una jungla, para qué vamos a negarlo. Pero el proverbio africano lo explica claramente “Si quieres ir rápido, camina solo; pero si quieres llegar lejos, camina acompañado”.
 
AF.- Me gustaría que, con la perspectiva que puede tener alguien en contacto con tantas personas de tantos lugares, nos transmitas la imagen que tienen de Galicia fuera de España. ¿Qué visión hay de Galicia a nivel profesional? ¿Se nos ve solo como destino turístico y gastronómico o se valora también el tejido empresarial y de talento que hay aquí?
 
TE.- Aun queda bastante por hacer en países como Francia, donde la gente me pregunta si mi madre vive cerca de la frontera. O como Reino Unido, donde se disculpan conmigo cuando llueve. Sin embargo, en países como Irlanda, Eslovaquia o Italia nos asocian con el futbol o con nuestras multinacionales.
 
También depende de si la persona ha trabajado ya con gallegos. En ese caso la visión es muy positiva. Tengo un contacto indio que me acepto en LinkedIn porque su mejor amigo era gallego. Y eso le servía como referencia.
 
AF.- ¿Qué deberíamos de saber de Tamara Espiñeira que no podamos averiguar en su LinkedIn u ojeando Google?
 
TE.- Qué suspendí el examen de Lengua Española en Selectividad y eso no me impidió ganar concursos literarios. Que en el de Matemáticas se me cruzó el cable e hice una gráfica perfecta… del lado contrario. Y aun así, pude seguir mi vocación de trabajar en Relaciones Internacionales y encontrar otras vocaciones por el camino.
 
Lo digo porque esta mañana un amigo profesor me contaba que sus alumnos de 4° de la ESO están perdidos, frustrados y tristes. Y a mí me gustaría decirles que no pasa nada. Los alemanes suelen hacer un año de trabajo o voluntariado antes de entrar a la Universidad para estar seguros. En Francia esta de moda “pararse” a los dos años y buscarse la vida durante uno para verificar que no se han equivocado.
 
Me gustaría hablar con esos alumnos de 4° y decirles que no se preocupen. Qué se puede esperar un poco antes de empezar la carrera. Que se puede tener 18 años y no saber qué quieres ser de mayor. Que lo importante no son los obstáculos sino lo que tú decidas hacer con ellos.
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