Alejandro Álvarez es un apasionado de la naturaleza afincado en el rural. Es fundador y director de Galnus, una consultora especializada en transformar la sostenibilidad de las empresas a través de proyectos locales de impacto, centrados en la conservación y recuperación del Bosque Atlántico de Galicia. Desarrolla proyectos de reforestación con árboles autóctonos a lo largo de la geografía gallega, compensando la huella ecológica y de carbono de las empresas. Uniendo rigor científico, experiencia y amor por el bosque, busca crear riqueza en el rural, poner en valor los ecosistemas y conectar empresas y personas con el territorio, canalizando el compromiso ambiental del mercado en la conservación de estos singulares bosques. Conocemos más sobre Alejandro en esta entrevista de nuestro compañero Gonzalo Picatoste

Gonzalo Picatoste – ¿Cómo surgió la idea de crear Galnus y cuál fue la motivación principal detrás de su fundación?
Alejandro Álvarez – La naturaleza y los bosques me interesan y apasionan desde que tengo recuerdos. A los 18 años impulsé una asociación ambiental con dos amigos, dedicada a la conservación de los bosques gallegos. 10 años después, buscando salidas laborales y pensando de qué manera me iba a ganar la vida, se presenta la oportunidad de dedicarme profesionalmente a lo que ya venía haciendo de forma altruista, ¡había mercado!
Empecé a darme cuenta de que las empresas tenían cada vez más interés por la sostenibilidad. Existía un nicho de mercado para ofrecer proyectos cercanos, tangibles y de impacto, y me pareció una oportunidad única para conectar todas las patas. Yo podía desarrollar una carrera profesional, a la par que canalizar el creciente compromiso medioambiental del mercado hacia mi pasión, conservar y recuperar los bosques atlánticos. Así que me lancé, me hice autónomo y comencé con un primer proyecto gracias a la confianza de mi primer cliente.
GP – Galnus se especializa en la reforestación del Bosque Atlántico de Galicia. ¿Qué hace único a este ecosistema y por qué decidieron enfocarse en él? Galnus menciona que utiliza especies nativas y preserva la genética local. ¿Cómo aseguran que sus proyectos de reforestación sean ecológicamente sostenibles a largo plazo?
AA – El Bosque Atlántico de Galicia es realmente tan único como escaso, hablamos de un ecosistema que cubría buena parte del territorio que hoy compone Galicia. Estos bosques han desaparecido casi por completo tras miles de años de actividad humana, que han transformado nuestro paisaje para siempre, algo que también se ha producido en toda Europa y el mundo desarrollado.
A pesar de todo, sobreviven pequeños ejemplos aislados que suponen una joya biológica de nuestro patrimonio natural, la capilla sixtina de la naturaleza gallega. Son bosques con gran biodiversidad, que albergan numerosos endemismos únicos y que además tienen una funcionalidad ecológica clave para proveer de servicios ecosistémicos básicos a nuestra sociedad. De modo que qué mejor manera de compensar nuestra huella ecológica, que devolviendo estos bosques al lugar que merecen.
Al conservar un ecosistema como este, es fundamental atender a las especies propias que lo componen y preservar su acervo genético local, es por ello que para nuestras plantaciones solo empleamos árboles propios de cada zona y cultivados de semillas recogidas en áreas próximas. En definitiva se trata de imitar a la naturaleza, darle un impulso y dejar que esta haga su trabajo, nosotros plantamos los primeros árboles y ayudamos los primeros años, pero el bosque se regenerará y sostendrá solo en el futuro.

GP – En Galnus hablan de «crecimiento futuro» y de ser un «socio medioambiental». ¿Cómo ven el equilibrio entre el crecimiento económico y la conservación del medio ambiente?
AA – Hace años veía a la naturaleza y al crecimiento económico como enemigos irreconciliables, y creo que mucha gente lo sigue viendo así. Pero, con el tiempo, he aprendido que sólo sociedades con sus necesidades básicas cubiertas, pueden empezar a preocuparse por los desafíos ambientales.
Una vez que podemos atender los problemas del medio ambiente, necesitamos recursos para poder actuar; para conservar los ecosistemas que nos quedan, reparar los que han sido degradados y restaurar los que han desaparecido. Todo esto requiere de riqueza, sólo una sociedad rica y próspera tiene los medios para llevar a cabo proyectos de conservación de la naturaleza.
Además, se trata de ser cada vez más sostenibles, de reducir el impacto, lo que supone ser más eficientes con los recursos y generar más bienes y servicios con menos, menos recursos naturales y menos desechos y huella ecológica. Para ello necesitamos avance tecnológico, que de nuevo se traduce en riqueza y prosperidad. El mayor enemigo de la naturaleza es una sociedad pobre.
«El concepto de bosques urbanos está muy poco establecido en Galicia y nos gustaría ver como más entornos urbanos se suman a recuperar bosques autóctonos en su infraestructura verde.»
Alejandro Álvarez
GP – ¿Qué planes tienen para el futuro de Galnus? ¿Hay algún proyecto o iniciativa en el que estén especialmente entusiasmados?¿Cuales son los mayores retos a los que se enfrentan?
AA – Nuestra ambición es convertirnos en referente de la sostenibilidad en Galicia y potenciar la marca Bosque Atlántico, que cuando alguien piense en mejorar el medio ambiente o compensar huella ecológica, piensen en Galnus y en conservar y recuperar este maravilloso hábitat y a las especies que lo componen con nosotros. Es realmente satisfactorio observar cómo los árboles van creciendo, cómo la vida se recupera y se abre camino, al ser proyectos de proximidad, la accesibilidad, trazabilidad y el contacto directo son únicos. Tendemos a valorar más lo de fuera que lo propio, oímos hablar de la deforestación del bosque tropical o la caza furtiva en África, pero actuar localmente es el mejor método para hacer RSC y compensación ambiental.
En cuanto a proyectos concretos, nos entusiasma especialmente ver cómo va avanzando el proyecto de Bens en A Coruña. El concepto de bosques urbanos está muy poco establecido en Galicia y nos gustaría ver como más entornos urbanos se suman a recuperar bosques autóctonos en su infraestructura verde. También tenemos en mente el desarrollo de bosques urbanos en polígonos y entornos industriales, algo muy interesante y con numerosas ventajas y beneficios.
Y en lo que a retos se refiere, aunque pueda resultar contradictorio, una de las cosas que observamos con mayor preocupación es la creciente intervención y regulación de la sostenibilidad corporativa en Europa. La sociedad, las empresas y los mercados ya han cambiado, y entre todos estamos haciendo un esfuerzo real por mejorar las cosas, por actuar bien. Sin embargo, una excesiva burocratización y regulación de la sostenibilidad corporativa, puede acabar generando incentivos perversos o consecuencias no deseadas, aumentando costes que terminan derivando los recursos en trámites y papeleo, en lugar de acciones reales para cuidar la naturaleza. Se pueden generar daños a largo plazo en la creación de una economía verdaderamente verde y retrasar la formación del capital humano necesario para respaldarla.
La realidad es que se trata de recuperar y conservar bosques naturales y ecosistemas sanos y funcionales para las personas y el planeta, no de cuadrar el Excel y que un certificado oficial diga que eres neutro en carbono.

GP – Galnus trabaja con comunidades locales y propietarios de montes. ¿Cómo es la relación con estas comunidades y cómo aseguran que sus proyectos beneficien a todos los involucrados?
AA – Buscamos siempre proyectos que sean un win-win para todas las partes implicadas. Por ello, recuperamos bosques en zonas donde resulte interesante o beneficioso para las comunidades locales y los propietarios del monte. Establecer una zona de protección contra incendios forestales, proteger manantiales de suministro de agua a viviendas o reforestar zonas poco productivas para la actividad maderera (que se encuentran degradadas o cubiertas por eucaliptos y especies exóticas), son algunos ejemplos.
El trato con estas comunidades es directo y transparente, siempre reciben las propuestas con interés y buena voluntad. Al final se está mejorando el monte para todos y, en muchos casos, los propietarios ahorran en el mantenimiento u otros trabajos en estas zonas, que de otra manera estarían abandonadas o degradadas.